Ir al contenido principal

La guerra más corta de la historia: 38 minutos que sellaron un imperio


Una guerra relámpago... pero no menos significativa
El 27 de agosto de 1896, el Reino Unido y el sultanato de Zanzíbar protagonizaron un enfrentamiento armado que pasaría a la historia por su insólita duración: apenas 38 minutos.
A primera vista, esta “guerra exprés” puede parecer una simple anécdota, pero detrás de ella se esconde una historia de intervencionismo colonial, juegos diplomáticos y una clara muestra del desequilibrio de poder entre Europa y África a finales del siglo XIX.

El tablero colonial del siglo XIX
Ya acabando el siglo XIX, el continente africano era objeto de una intensa carrera por el reparto colonial entre las grandes potencias europeas. El Imperio británico y el alemán se disputaban territorios estratégicos en la costa este africana, donde Zanzíbar —una isla frente a la actual Tanzania— jugaba un papel clave en las rutas comerciales del océano Índico.
Zanzíbar era nominalmente independiente, gobernado por un sultanato con fuertes lazos comerciales con el mundo árabe y musulmán.
No obstante, desde 1890 había pasado a ser un protectorado británico, lo que implicaba que, aunque mantenía una administración local, el Reino Unido controlaba de facto sus decisiones clave, especialmente en política exterior y sucesión al trono.

La chispa del conflicto
El 25 de agosto de 1896 falleció el sultán Hamad bin Thuwaini, considerado un aliado confiable por los británicos. Sin esperar la aprobación de Londres, su primo Khalid bin Barghash tomó el poder y se proclamó sultán. 
El problema: no contaba con el beneplácito británico. 
El cónsul general británico, Basil Cave, exigió su renuncia inmediata, pues preferían colocar en el trono a Hamoud bin Mohammed, más manejable y afín a los intereses del imperio.
Khalid, por su parte, se atrincheró en el palacio con cerca de 3.000 hombres armados y algunas piezas de artillería. Estaba decidido a resistir, convencido de que los británicos no llegarían al extremo de usar la fuerza. Se equivocaba.

27 de agosto de 1896: 38 minutos de artillería imperial
A las 9:00 de la mañana, expiró el ultimátum británico. Cinco minutos después, una flotilla de tres cruceros británicos comenzó a bombardear el palacio. El fuego fue devastador: el edificio quedó en ruinas, cerca de 500 defensores murieron y el conflicto quedó resuelto en apenas 38 minutos.
Khalid logró huir a la embajada alemana y posteriormente fue evacuado a Dar es Salaam. 
Los británicos colocaron en el poder a su candidato y consolidaron su control sobre Zanzíbar. 
El sultanato pasó a ser, en la práctica, un títere del Imperio británico, y esta breve guerra se convirtió en un ejemplo de cómo el poder colonial podía imponerse con rapidez y contundencia.

No fue solo una anécdota
Aunque esta guerra fue corta, su significado es profundo. Refleja:

  • El uso de la fuerza como herramienta diplomática en el colonialismo tardío.

  • La debilidad de las instituciones locales frente a la maquinaria imperial europea.

  • La construcción de legitimidad política mediante demostraciones de poder.

También ilustra cómo los conflictos aparentemente menores pueden marcar el rumbo de una región. Tras la guerra, Zanzíbar quedó plenamente sometida al control británico hasta su independencia en 1963.

Un símbolo de la desproporción

La Guerra Anglo-Zanzibariana no fue un choque entre iguales. Fue una imposición unilateral disfrazada de legalidad. Mientras una de las partes contaba con barcos de guerra, cañones y experiencia militar, la otra apenas podía resistir con un puñado de armas anticuadas y voluntad política.

Ese desequilibrio, tan habitual en el contexto colonial, permite entender por qué tantos conflictos del siglo XX en África nacieron con bases impuestas, sin consenso real ni procesos de autodeterminación.


Conclusión: historia breve, lección duradera

La guerra más corta de la historia no se ganó ni se perdió en el campo de batalla. Se decidió mucho antes, en los salones diplomáticos del poder imperial británico. Y, aunque duró menos que una clase, dejó huellas que nos hablan de la lógica del colonialismo, de la construcción de legitimidad por la fuerza, y de cómo la Historia también se escribe en los márgenes de los grandes conflictos.

Bibliografía:

  • Bennett, N. R. (1978). A History of the Arab State of Zanzibar. Methuen.
  • Cannadine, D. (2002). Ornamentalism: How the British Saw Their Empire. Oxford University Press.
  • Chamberlain, M. E. (2013). The Scramble for Africa (3rd ed.). Routledge.
  • Furedi, F. (1994). The New Ideology of Imperialism: Renewing the Moral Imperative. Pluto Press.
  • Pakenham, T. (1991). The Scramble for Africa: White Man's Conquest of the Dark Continent from 1876 to 1912. HarperCollins.
  • Roberts, A. (1996). The Colonial Moment in Africa: Essays on the Movement of Minds and Materials, 1900–1940. Cambridge University Press.
  • Thompson, L. M. (2000). A History of South Africa (3rd ed.). Yale University Press.

  • Tilley, H. (2011). Africa as a Living Laboratory: Empire, Development, and the Problem of Scientific Knowledge, 1870–1950. University of Chicago Press.

Comentarios

Entradas populares de este blog

10 datos sorprendentes del Imperio Romano que NO te enseñaron en clase

¿ Crees que lo sabes todo sobre Roma? Más allá de los emperadores y las legiones, la antigua Roma está llena de detalles curiosos, raros y hasta escandalosos. Aquí te traemos diez datos que te van a hacer ver el Imperio con otros ojos: 1. Usaban orina para lavar la ropa Sí, has leído bien. La orina, rica en amoníaco, era recolectada y utilizada por los lavadores profesionales ( fullones ) para blanquear las togas. ¡Y era legal y todo! 2. Algunos emperadores no eran romanos Por ejemplo, Septimio Severo nació en África (actual Libia). El Imperio era más diverso de lo que imaginas. 3. Inventaron el hormigón (y aún dura) Muchas estructuras romanas siguen en pie gracias a su " opus caementicium ", una mezcla de piedra volcánica que resistió siglos de desgaste. 4. Los gladiadores no siempre morían La mayoría de los combates estaban regulados. Morir en la arena no era tan común: un buen gladiador era valioso y difícil de reemplazar. 5. Tenían calefacción central Con el sistema del ...

Israel y Palestina: raíces históricas de un conflicto que marcó el siglo XX... y sigue sin resolverse

 

Los primeros pasos: el origen de los homínidos y el largo camino hacia el ser humano

¿De dónde venimos? La historia humana no empieza con las civilizaciones, ni con el fuego, ni siquiera con la piedra tallada. Empieza millones de años antes, en lo más profundo del linaje evolutivo que compartimos con otros primates.  Comprender el origen del ser humano implica rastrear nuestros orígenes anatómicos, genéticos y conductuales, y responder una de las preguntas más fascinantes de la historia natural: ¿Cómo llegamos a ser humanos? Un lugar entre los primates El Homo Sapiens forma parte del orden de los primates, un grupo de mamíferos caracterizados por sus manos prénsiles, visión frontal, gran desarrollo cerebral y fuerte sociabilidad. Compartimos un ancestro común con los chimpancés y bonobos, nuestros parientes genéticos más cercanos, de los que nos separamos hace aproximadamente 6-7 millones de años, según la teoría del reloj molecular. ¿Por qué nos levantamos? El bipedismo fue uno de los grandes hitos evolutivos. Transformó todo nuestro esqueleto: cráneo, columna, p...